Recientemente he vuelto a leer el artículo Principios VS Metodología, de Javier Cañada, todo un referente para mí. En este texto explica cómo para él la metodología queda en un segundo plano en favor de principios de diseño universales.

Él lo mira desde un punto de vista de diseño, pero no puedo estar más de acuerdo si lo aplicamos también al desarrollo completo de un producto en Internet: la metodología no es más que un medio para obtener un resultado, y debe estar supeditada a este.

Esto no significa que la metodología carezca de importancia. Cuando trabajas en equipo con un grupo de gente, por muy senior que seas, necesitas algún tipo de organización y fijar algunos acuerdos de trabajo mínimos.

Por eso, irremediablemente, necesitamos una metodología y, por eso, a diferencia de Javier, yo sí sigo sintiendo interés en este área, pero enfocada desde este punto de vista. No siento fascinación por el propio proceso en sí mismo, sino que lo entiendo como un medio que te permite aportar un mayor valor al resultado de un proyecto.

Tras unos años de experiencia, tengo claro que los métodos ágiles, y en concreto scrum, es “la menos mala” de las metodologías para abordar proyectos de Internet. Está muy lejos de las metodologías predictivas tradicionales, de hecho, no se define como una metodología, sino como un framework ligero cuyo objetivo es sacar el máximo partido del equipo y el presupuesto disponible.

Me gusta especialmente porque:

Agile no significa “rápido” como piensan muchos clientes. Si tuviera que resumirlo yo lo asociaría a los conceptos de: calidad, eficiencia y, sobre todo, de maximizar el valor entregado.

Me encanta esta definición que hizo Tobias Mayer sobre scrum allá por 2009. Un resumen en solo 4 párrafos que enfatiza su simplicidad y sus principios:

Scrum es un framework para mejorar la forma en que las personas realizan su trabajo, o como se define en el sitio Scrum Alliance “un framework basado en el equipo para desarrollar sistemas y productos complejos”. Scrum utiliza un proceso iterativo donde cada iteración (llamada Sprint) es lo más corta posible, avanzando a un ritmo parejo con la planificación, la ejecución y la reflexión.undefinedScrum especifica tres roles (Scrum Master, Dueño del Producto y Equipo), y requiere de un conjunto priorizado de objetivos, un compromiso en cada sprint, y una forma sencilla de medir el progreso. Usa ceremonias de tiempo acotado para planificar, para inspeccionar/adaptar a diario, y para inspeccionar/adaptar entre sprints.undefinedSe mantiene una distinción clara entre el “Qué hay que hacer” (el objetivo) y el “Cómo hacerlo” (el camino).undefinedScrum requiere un foco claro, compromiso y transparencia a todos los niveles; adopta y enfatiza entre otros los valores humanos de la confianza, la integridad, el coraje y el respeto.

El verdadero peligro de cualquier metodología es que se convierta en un fin en sí misma, haciéndonos perder el foco del objetivo real (el resultado), para centrarnos en reuniones, fechas, reportes y estimaciones.

Hace unos meses nuestro Agile Coach, Javier, hacía una interesante reflexión:

¿Cuántas veces al día escucháis la palabra planificación y cuántas veces al día escucháis la palabra valor? Creo que hay una cierta tendencia a poner el foco en cumplir una planificación y no en entregar valor a nuestros clientes.

Esta tendencia es realmente el verdadero peligro por el que no podemos dejarnos llevar. Debemos recordar siempre que la metodología debe estar fundamentada en unos principios y estar al servicio del resultado.

Pero aun en un segundo plano, la metodología sigue siendo muy importante. Coincido con mi compañero David en que: “Son las personas y no la metodología quien saca los proyectos adelante”, pero también creo que los métodos ágiles solo te marcan ciertas pautas que, lejos de perjudicarte, hacen que un equipo dé lo mejor de sí mismo y funcione como un reloj bien engranado, pero sin coartar la creatividad y sin necesidad de sobre-esfuerzos.

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