Las dinámicas de grupo son una herramienta fundamental en mi día a día, las utilizo para el diseño de productos y servicios, para la generación de nuevas ideas, para resolver problemas… Cuanto más trabajo con ellas (tanto si participo como si las modero), más valoro y recomiendo utilizarlas.

Los resultados que se obtienen de una sesión son alucinantes. El resultado del trabajo en equipo es mucho más creativo y productivo, el ahorro de tiempo que supone hacer una dinámica frente al trabajo individual es significativo.

Pero no sólo eso, hacer este tipo de sesiones permite motivar a las personas que participan sacándoles de su rutina, dándoles un espacio para escuchar lo que tienen que aportar y compartir más tiempo con sus compañeros.

Sin embargo, estoy observando una tendencia negativa a trabajar con dinámicas. Hace unos meses, cuando llegaba a un cliente a hacer una dinámica me encontraba a personas deseando probar nuevas formas de trabajar y algún que otro desconfiado del método, pero siempre abiertos a probar.

El resultado con ellos siempre fue positivo, surgieron muchas ideas, soluciones a problemas, se llegaba a acuerdos, se adelantaba mucho trabajo en una sola sesión… Los participantes salían satisfechos, habían participado en algo útil y sabían que hacer a continuación.

Últimamente no encuentro la misma predisposición, cuando entras en la sala el ambiente que se respira no es tan positivo, debido a que muchos de ellos ya las han utilizado y no han tenido éxito esperado, seguramente porque no se han hecho bien.

Y es que las dinámicas no son brujería, si no se moderan bien, si no se selecciona la dinámica correcta y, sobre todo, si los resultados no se continuan… la dinámica pierde todo su valor.

¿De qué sirve, por ejemplo, seleccionar ideas para evolucionar el negocio si luego no se hace nada con ellas y sólo se quedan en el post-it pegado en la tablón?

Así que es ahora cuando nuestro trabajo es más importante que nunca, tenemos que conseguir meterlos en la dinámica y hacer que esta sea útil para que vuelvan a confiar en el método.

Cómo conseguir que la dinámica sea útil

Una dinámica tiene que ser útil y lograr su objetivo. Es el moderador de la sesión quien debe guiar a los participantes a que esto ocurra (y que además quieran repetir).

A continuación enumero una lista de consejos para conseguir que una dinámica sea útil:

Cómo convertir a un asistente en participante

Meter a los asistentes en la sesión, sea cual sea la predisposición que traigan, siempre es responsabilidad del director de orquesta.

Sin embargo, ahora que la tendencia de los clientes es “estar de vuelta” en esto de las dinámicas, es cuando nuestro trabajo importa más que nunca.

A continuación dejo algunas recomendaciones para ayudar a que los asistentes participen y se muestren colaborativos:

Conclusión

Trabajar con dinámicas es útil y productivo. Pero es verdad que no funcionan por sí solas, su éxito depende de los participantes y sobre todo de los organizadores**,** ya que en sus manos está ayudar al equipo a alcanzar el objetivo de la sesión.

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