Cuando pensamos en grandes líderes, solemos asociarlos con visión, determinación o capacidad de inspirar. Y cuando pensamos en creatividad, imaginamos ideas brillantes, innovaciones disruptivas o genialidad individual. Pero, en realidad, creatividad y liderazgo nunca han estado separados: son dos caras de la misma moneda.

Pixar revolucionó el cine de animación porque sus líderes, como Ed Catmull, construyeron un entorno donde “cualquiera podía decirle a cualquiera que su idea no funcionaba” sin miedo a represalias.

La NASA convirtió la crisis del Apollo 13 en una proeza porque el director de vuelo reformuló el reto con preguntas catalizadoras: “¿Qué sigue operativo?”, “¿Qué necesitamos para traerlos vivos?”, “¿Cómo improvisamos con lo que hay a bordo?” hasta la célebre instrucción: “Encuentren la manera de encajar una clavija cuadrada en un agujero redondo”, para construir filtros de CO2 con los materiales disponibles.

Y Apple, en su famosa campaña de reclutamiento, conectó propósito y creatividad apelando a la trascendencia: “No es solo un trabajo, es dejar huella en el mundo”.

En términos de creatividad con impacto organizacional, estos casos muestran que la creatividad impulsa la innovación, pero solo con la ayuda del liderazgo logra generar una transformación sostenible.

“La creatividad consiste en conectar cosas”, Steve Jobs

Los enemigos del liderazgo creativo

El liderazgo creativo no solo depende de qué hacemos, sino también de qué evitamos hacer. Marshall Goldsmith, en su libro “What Got You Here Won’t Get You There”, señala que bastantes líderes con éxito terminan bloqueando la creatividad de sus equipos por hábitos inconscientes.

Entre los más comunes están:

Querer añadir valor a cada idea

Un clásico. Hay líderes que escuchan una propuesta y, casi sin pensarlo, añaden su “toque” personal: “Está bien, pero mejor hazlo de esta otra manera”. Aunque parezca aportar, el efecto real es desmotivador: el equipo siente que sus ideas nunca son suficientes. El resultado es que la gente deja de proponer, porque sabe que al final siempre “mejorará” su trabajo.

El antídoto: reconocer ideas sin añadir nada más.

Tener la última palabra siempre

Hay líderes que creen que su autoridad se reafirma opinando al final de cada conversación. El problema es que esto corta el flujo creativo: el mensaje implícito es que la decisión siempre está cerrada de antemano.

El antídoto: practicar la escucha activa y dar espacio a que el equipo cierre las conversaciones con sus propias conclusiones o próximos pasos.

Aferrarse a los éxitos del pasado

El “siempre lo hemos hecho así” es uno de los grandes enemigos de la innovación. Los/as líderes que se escudan en viejos logros tienden a frenar ideas disruptivas porque ponen en riesgo la forma de trabajar que en su día les funcionó.

El antídoto: desaprender. Reconocer que lo que nos trajo hasta aquí no necesariamente nos llevará al futuro.

Superar estos hábitos no se consigue de la noche a la mañana, pero es posible. El primer paso es el reconocimiento; el segundo, reemplazarlos con prácticas que activan la motivación, creatividad y la visión compartida.

Así surge el ciclo del liderazgo creativo, un proceso continuo que transforma la intención en acción y, al igual que la mejora continua, no es un evento puntual, sino un camino iterativo en el que cada paso refuerza y abre camino al siguiente.

El ciclo del liderazgo creativo

El liderazgo creativo se puede entender como un ciclo de cuatro pasos que se refuerzan mutuamente:

1 Motivar: el motor oculto de la innovación

¿Qué hace que una persona se levante con ganas de trabajar? No es solo el salario, sino la pasión que siente por lo que hace.

La psicóloga Teresa Amabile lo resume con claridad:

“La motivación intrínseca es el corazón de la creatividad.”

Es decir, aunque la creatividad también requiere conocimiento, habilidades y un entorno que estimule nuevas ideas, la motivación interna es el impulso que las activa.

Aquellos líderes que despiertan pasión y que hacen que las personas amen lo que hacen están ejerciendo liderazgo a través de la creatividad. Pixar e IDEO lo demuestran: la creatividad florece en entornos donde se fomenta la experimentación y se protege la motivación interna.

2 Cómo definir problemas impulsa la innovación

Un/a líder creativo/a no se limita a dar respuestas rápidas. Su mayor contribución es plantear preguntas poderosas. El caso del Apollo 13 lo ilustra: el célebre: “Houston, tenemos un problema” fue más que una frase de alarma; fue un desafío claramente formulado que permitió al equipo enfocar toda su energía creativa en la solución. IDEO, referente mundial en innovación, insiste en que “un buen problema está medio resuelto”.

Y si alguien se lo preguntara ¿qué es exactamente un buen problema? Efectivamente, como explica IDEO, “es aquel que invita al equipo a pensar creativamente y conecta innovación con las necesidades reales de las personas” por lo que, en cierto modo, ya está medio resuelto desde el momento en el que se formula bien.

3 El valor del autoconocimiento para liderar

La creatividad florece cuando los/as líderes trabajan desde sus fortalezas y se alinean con sus valores. Como señala Peter Drucker en Managing Oneself:

“Most people think they know what they are good at. They are usually wrong.”

Aquí entra la reflexión personal: ¿qué legado quiero dejar? ¿qué me motiva de verdad?.
Stephen Covey propone un ejercicio poderoso: imaginar tu propio funeral y pensar qué dirían los demás de ti. Puede parecer extremo pero conecta con lo esencial: liderar creativamente es vivir y actuar en coherencia con el impacto que queremos dejar.

Un/a líder debe dedicar tiempo a conocerse, explorar sus posibles identidades (quién puede llegar a ser) y alinear su rol con lo que realmente le da sentido. Ese ejercicio de autoconciencia es lo que transmite autenticidad y da fuerza a su liderazgo.

4 Visiones que inspiran y movilizan

La creatividad necesita dirección colectiva. Un/a líder creativo/a no solo define retos y se reinventa: también articula una visión que une.

Ejemplos como la campaña de Apple “No es solo un trabajo, es dejar huella en el mundo” o el discurso de Kennedy en Rice University “No escogemos hacer esto porque sea fácil, sino porque es difícil”, muestran cómo la visión compartida enciende la motivación y la innovación.

Para transmitir esa visión, se debe cuidar tanto el contenido como la forma: congruencia entre lenguaje verbal y no verbal, claridad en el mensaje y uso del storytelling. Una visión no se ordena, se inspira.

Autogestión: la raíz del liderazgo creativo

Peter Drucker advertía que, en la economía del conocimiento, la clave del éxito no está en el cargo que ocupamos, sino en nuestra capacidad de gestionarnos de forma interna. Un/a líder creativo/a que no se conoce ni se gestiona difícilmente puede inspirar a otras personas.

“El éxito lo alcanzan quienes entienden sus fortalezas, sus valores y cómo trabajan mejor.” (Peter Drucker)

Fortalezas y valores

El liderazgo creativo florece cuando se ejerce desde lo que hacemos bien y desde la coherencia con nuestros valores. Drucker plantea preguntas que siguen siendo actuales:

La prueba del espejo

Drucker recordaba la historia de un diplomático alemán que rechazó una oportunidad porque no quería verse como alguien que vende su integridad o se presta a actuar sin ética, cada vez que se mirara al espejo. La lección es clara: el liderazgo creativo no consiste solo en innovar, sino en hacerlo con ética y coherencia personal.

De la autogestión a la inspiración

La autogestión también implica hacerse la pregunta clave: “¿Qué puedo aportar?”. En contextos de transformación digital, esta pregunta permite a líderes conectar su contribución individual con el propósito colectivo. Solo así la creatividad se convierte en impacto organizacional.

Visión: de la idea a la acción

La creatividad genera ideas pero, sin una visión que les dé dirección, esas ideas se diluyen. Un/a líder creativo/a no se limita a acumular propuestas: su verdadero rol es darles un sentido compartido y movilizar a las personas hacia un futuro posible.

Jobs lo sabía bien cuando afirmó que “la innovación distingue a los líderes de los seguidores”. Una visión no es solo un discurso inspirador: es una narrativa que conecta las ideas con objetivos concretos y que convierte la energía creativa en acción coordinada.

IA como espejo del liderazgo creativo

La inteligencia artificial ha entrado de lleno en las organizaciones. Puede generar soluciones, analizar datos y automatizar procesos. Incluso modelos como Gemini de Google o ChatGPT de OpenAI sorprenden creando textos, imágenes o código que parecen creativos.

Pero lo que está en juego no es la capacidad de producir más contenido, sino la dirección, el propósito y la autenticidad que solo un liderazgo humano puede aportar. La IA abre posibilidades, pero solo un/a líder puede decidir qué merece la pena perseguir y con qué propósito.

Reflexión final

“La innovación distingue a los líderes de los seguidores.” – Steve Jobs

En un mundo acelerado por la tecnología, solo liderazgos creativos e inspiradores hacen que las organizaciones no solo sobrevivan, sino que marquen el rumbo. Para lograrlo, es clave desaprender hábitos que inhiben la creatividad y comenzar con una profunda autogestión y propósito¨.

Y si deseas profundizar en cómo ese liderazgo creativo se conecta con la transformación real, te invito a explorar tres análisis esenciales de Paradigma Digital desarrollados por Carmen Portillo, José Antonio González y Javier Navarro.

Liderar hoy no es administrar lo conocido, sino conectar personas, propósito y transformación con creatividad. ¿Estás listo/a para hacerlo?

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