Hace aproximadamente 100 años el debate más popular sobre el ahorro era si debías comprarte un coche o mantener tu caballo.

Y había artículos y anuncios de periódicos, como el de abajo, donde se argumentaba a favor de no descartar tu caballo pensando “en lo que te cuesta alimentarlo en un año” frente a “los gastos en gasolina, reparaciones y almacenamiento”.

Una lógica similar se utiliza a día de hoy al evaluar el coste de la nube pensando en lo que vale “lo viejo conocido” en lugar de pensar en apostar por el futuro.

Resulta curioso que este tipo de evaluaciones solamente son habituales en proyectos Cloud. No existe esta tendencia de tratar de justificar la viabilidad de un proyecto, por ejemplo, comparando si se desarrolla en Java frente a Python o si se utiliza una base de datos MySQL o una PostgreSQL.

A continuación veremos cómo se compara el coste de ejecutar tus proyectos en Cloud frente a on-premise, las posibilidades que traen los nuevos modelos de facturación a los departamentos financieros y todas las facilidades respecto al precio que nos ofrece la nube.

TCO (Total Cost of Ownership)

El método más habitual para decidir si es mejor ir a la nube o quedarte on-premise, suele ser el análisis del TCO (Total Cost of Ownership).

En el coste total de propiedad se tratan de contemplar todos los costes directos e indirectos. Y para ello se consideran, entre otros, los gastos en: servidores, almacenamiento, equipamiento de red, electricidad, refrigeración, licencias, coste del suelo, seguridad de las instalaciones, personal de administración y operación, auditorías y cumplimiento de estándares, seguros, etc.

El principal problema de este tipo de cálculos es que generalmente se comparan factores de naturaleza muy distinta y hay otros que directamente no se tienen en cuenta.

Muchos de ellos porque son costes ocultos que no se identifican como los costes de implementación, los de formación o los de escalabilidad. Y otros porque no son fácilmente cuantificables en términos económicos: la innovación, la agilidad, la flexibilidad, el potencial transformador…

Otro motivo por el que este tipo de análisis carece de sentido es que generalmente el cálculo del TCO suele estar “cocinado”, en un sentido o en otro, para que el numerito final se aproxime a un resultado concreto.

Por ejemplo, resulta muy sencillo hacer que la infraestructura Cloud siempre resulte vencedora si contamos con amortizar las máquinas físicas sólo durante un par de años. Y, al revés, si establecemos 10 años de amortización para la infraestructura on-premise, ésta resultará más ventajosa económicamente, aunque sea a costa de trabajar con tecnología obsoleta durante un largo período.

OpEx vs CapEx

La nube cambia la forma de computar estos gastos en las empresas. La inversión en servidores para un datacenter se considera CapEx, es decir, gastos en activos fijos con un desembolso inicial que se va amortizando o depreciando durante la vida útil del mismo.

En cambio, el consumo en una Cloud pública, se computa como OpEx, es decir, como un gasto operacional que ocurre regularmente, como la electricidad o el agua.

Desde el punto de vista de un departamento TI adquirir productos y servicios bajo un modelo OpEx ofrece ventajas muy claras, comenzando por el hecho de que son más baratos.

Es más sencillo obtener aprobación para un presupuesto de unos miles de euros al mes que un gasto de varios cientos de miles.

No es necesario realizar ninguna inversión previa. Hay proyectos para los que no tendría sentido comprar unos cuantos servidores para un desarrollo temporal y después no utilizarlos.

También es mucho más sencillo medir y explicar el beneficio que aporta un determinado gasto: “hemos usado 5 TB de almacenamiento durante esta semana para realizar analítica y hemos gastado 20 euros” (ejemplo real).

De esta manera medir el ROI es mucho más simple que determinar cómo se beneficia la empresa directa e indirectamente de una inversión de un millón de euros en un CPD.

Negocio también saca provecho de esta forma de gestionar los gastos. Al no haber una depreciación de productos compleja a lo largo de tiempo resulta muy sencillo de gestionar, si tú usas X pagas X.

Es prácticamente imposible que una empresa sepa con 5 años de antelación cuáles van a ser sus necesidades TI, el rumbo que tomará la tecnología o cuáles serán las futuras exigencias del mercado.

El ritmo de constante evolución de las necesidades tecnológicas aumenta el riesgo de tomar una decisión equivocada. Pero en Cloud este riesgo se minimiza ya que podemos aumentar o disminuir los recursos de acuerdo a la demanda del momento.

Y si una línea de producto debe desplegarse rápidamente permite tener lo que se necesita al instante, sin tener que pasar por largos procesos de aprobación, contactar con proveedores, realizar una negociación e implementar lo necesario.

Y además está el coste de la oportunidad: ¿en qué otro propósito podría haberse invertido el tiempo, el espacio o el dinero que requiere montar tu infraestructura on-premise?

¿Qué ofrece la nube en términos de precio?

El modelo de precio de la nube está pensado para ser cómodo para el cliente. Se paga en función de los recursos que se utilizan.

La nube permite levantar y apagar instancias bajo demanda, al segundo. E incluye una capa gratuita en la que puedes utilizar una serie de recursos y servicios sin coste alguno.

No es necesario realizar pagos por adelantado ni comprometerse por un período de tiempo para obtener buenos precios, aunque puedes hacerlo para obtener mayores descuentos.

En función del consumo continuado, también se aplican descuentos de manera automática. Como consumidores podemos beneficiarnos de las economías de escala de los proveedores Cloud y de las frecuentes bajadas de precios que realizan.

Además, nos ofrecen consejos y recomendaciones para dimensionar las máquinas de la forma más óptima en relación a la carga que soportan. Y existen otras fórmulas de ahorro como crear entornos efímeros utilizando instancias spot o preemptible.

Tecnologías con las que ahorras

En Cloud además hay tecnologías que te permiten realizar un mejor aprovechamiento de los recursos de infraestructura. Gestionar tu antiguo datacenter mediante un IaaS, implantar en él un PaaS o montar tus entornos de desarrollo sobre clusters de contenedores te puede permitir exprimir al máximo tus recursos TI.

El nivel de automatización que aportan las soluciones Cloud junto con prácticas como la infraestructura como código, supone un ahorro claro en los costes de operación. Y además se obtiene un nivel de calidad superior ya que los niveles de disponibilidad de la nube (prácticamente Zero-Downtime) son muy difíciles de alcanzar on-premise.

Cloud es más barato siempre por los ahorros directos: pagas sólo por lo que usas, puedes apagar las máquinas cuando no las utilizas o adaptar su tamaño de acuerdo a lo que necesites en cada momento, tienes la capacidad de desplegar una infraestructura global en segundos sin ninguna inversión previa y, gracias a todo lo que incluye de serie, puedes prescindir de la mayor parte de gastos en seguridad, mantenimiento y operación.

Pero sobre todo Cloud resulta muchísimo más rentable. Tradicionalmente los departamentos de TI han dedicado más del 70% del tiempo al mantenimiento de sus sistemas y solo el 30% restante a innovación o tareas proactivas que tengan un impacto directo en el negocio.

Esto es algo que Cloud cambia por completo. Posibilita que inviertas tu tiempo y tu dinero en lo que realmente aporta valor. Te permite lanzar tus proyectos de forma inmediata haciendo que llegues más temprano.

Acelera la innovación porque hace que puedas probar diferentes soluciones de manera rápida para que selecciones con cual quedarte evitando errores caros.

Ahora es el momento de aprovechar todos los beneficios que aportan las tecnologías Cloud. Un presupuesto no debe ser un lastre a la innovación y a la agilidad de tu negocio.

Es hora de dar descanso a tu viejo datacenter y apostar por el futuro que acaba de llegar.

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