Eran las 18:45 horas, el pasado lunes, y en la puerta de 'Madrid International Lab' no había ni un alma. Empecé a sentir en el estómago una incómoda sensación y una frase comenzó a resonar en mi cerebro: “No va a venir ni Dios”.

A cualquiera que haya organizado alguna vez un evento de Meetup esta sensación le resultará familiar. Muchas personas se apuntan al evento con antelación, pero llegado el “día D”, por un motivo o por otro, siempre existe la posibilidad de que no puedan asistir. Además, muchas veces los asistentes vienen directamente de sus trabajos y no pueden ser todo lo puntuales que les gustaría. Pero aunque ya hayas pasado por esto, y sepas que al final poco a poco van llegando, siempre te queda la duda sobre el éxito de tu charla.

Al final asistieron 40 personas. Era la primera reunión del grupo de Front-end Developers Madrid.

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No había programada una charla en el sentido estricto. Yo iba a hacer una pequeña introducción, pero mi idea era abrir el debate e incitar a la colaboración de los asistentes. Y, aún así, asistieron 40 personas. Yo lo considero todo un éxito. No un éxito por nuestra parte a la hora de organizarlo, sino un éxito de esos 40 valientes que se acercaron hasta 'Madrid International Lab' porque tenían ganas de formar parte de esta comunidad.

Porque, básicamente, eso es lo que vi en la reunión del lunes. Muchas ganas de comunidad, muchas ganas de compartir. Ganas de debatir y de aclarar, de una vez por todas, qué es un front-end developer, si es que existe. Y también aclarar lo que no es. Ganas de poner nombre a las cosas (maquetador, styler, programador front, “los de colorines”...) Y, sobre todo, ganas de hablar con colegas de profesión sobre los temas comunes de nuestro trabajo del día a día (los gajes del oficio), las anécdotas que solo otro compañero entiende (¡cómo nos gusta poner etiquetas a los de front!).

Otro aspecto llamativo es que los asistentes eran tan heterogéneos como lo es nuestra profesión. Había gente mayor (entre la que me incluyo) con amplia experiencia y jóvenes promesas. Había programadores, diseñadores, trabajadores de consultoría y de start-ups, estudiantes, profesores de máster...

Las dos horas del evento se nos pasaron volando y tuvimos que trasladar el debate a una cafetería cercana donde, entre cañas y tapitas, seguimos la discusión en formato mini-grupo. Paradigma, como sponsor del grupo, financió la primera ronda.

Y ahora, tras esta primera reunión y las propuestas que en ella se pusieron sobre la mesa, tenemos un montón de “deberes”. Crear un grupo de “slack” que agilice el contacto entre los miembros del grupo y determinar qué tipo de actividades realizaremos en el futuro. El formato tradicional de los Meetups (charlas técnicas cada cierto tiempo) parece que puede dejar paso a mini-charlas de 20-30 minutos, mesas redondas y exposiciones sobre proyectos desarrollados que den pie a un debate posterior sobre la idoneidad de las soluciones adoptadas, o a presentaciones sobre las tendencias del sector.

Es un principio prometedor y es primordial que estas primeras sinergias no se diluyan y, poco a poco, consigamos una verdadera comunidad dinámica y activa alrededor de esta apasionante profesión. Nos toca construirla entre todos.

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