En los últimos días he estado leyendo y escuchando mucho acerca de Transformación Digital y sobre cómo los usuarios se adaptan a las nuevas tecnologías a un ritmo que (aún) muy pocas empresas pueden seguir. De hecho, en Paradigma, nos gusta decir que la Transformación Digital es eliminar la distancia que separa a las empresas tradicionales de los nuevos clientes digitales.

Intento ponerme ejemplos que vayan más allá de una bonita frase que decirle a nuestros clientes para confirmarme que esto es real. Para escenificar esos nuevos clientes digitales se suele hacer referencia a nuestros hijos y sobrinos, y cómo estos manejan un tablet para ver cómo el usuario está cambiando. Pero a estos usuarios aún les queden unos años para llegar a ser clientes…

Así que intento buscar ejemplos más cercanos, algo que pueda transmitir a las empresas la urgencia de este cambio. Lo primero que hago es pensar en mi día a día y ahí está la digitalización. Aunque esté en la mismísima puerta de un restaurante no se me ocurriría entrar sin mirar primero en Tripadvisor si tiene buenas críticas.

Tengo el supermercado a menos de 100 metros de casa, pero hago la compra en Amazon Prime. Enciendo la televisión sólo para poner Netflix. Hasta ha empezado a darme pereza salir de compras y eso ¡sí que es grave! ¿Para qué salir si las compras pueden venir a mí?

Es fácil desde mi perspectiva ver que eso es así. Tengo poco más de 30 años, trabajo y vivo rodeada de tecnología, tengo una visión sesgada de la realidad. Sin embargo, el sábado pasado, al ir a hacer la visita semanal de rigor a mis padres, me encontré con el ejemplo que estaba buscando.

Para la comida familiar, mi madre quería comprar una tarta en alguna “pastelería buena” de Madrid, algo normal hasta aquí. Lo que me sorprendió es cómo había llegado hasta la tarta. En su móvil había buscado en Google “las mejores pastelerías de Madrid”, había encontrado un artículo de un periódico digital y una le había convencido.

Había buscado en Google Maps cómo ir hasta allí y, por supuesto, había hecho una foto que nos ha enviado por Whatsapp y subido a Facebook.

No salgo de mi asombro, ¿mi madre? Alguien con 65 años que no ha usado un ordenador jamás a pesar de la de veces que he intentado enseñarle… Ha usado Google, Google Maps, Whatsapp y Facebook sin que nadie le haya dicho cómo hacerlo.

Y mi padre me cuenta que no es solo eso, que cuando se aburre, en lugar de ver la tele “mira Internet”, busca reseñas de los hoteles para las vacaciones de verano, consulta los movimientos de la cuenta del banco, lee las noticias... Ahora está descubriendo Amazon y la compra online, ¡que tiemblen las empresas! Porque, efectivamente, todos los usuarios, independientemente de su formación y edad, se adaptan a las nuevas tecnologías más rápido de lo que muchas de estas pueden hacerlo.

Ya no hay excusas, no hay un margen de X años hasta que la generación nativa digital crezca, todos los usuarios son digitales. ¿Sobrevivirán las empresas que no lo sean?

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